Clara nació en Madrid el 12 de febrero de 1888. La muerte de su padre la obligó a dejar sus estudios y empezar a trabajar cuando apenas tenía diez años. Estuvo trabajando de modista, dependienta de comercio y telefonista hasta que consiguió un empleo público como profesora de mecanografía con solo 26 años.
En 1920 inició sus estudios de bachillerato consiguiendo el título y matriculándose luego en la Facultad de Derecho, donde se licenció en derecho y fue la segunda mujer en ingresar en el Colegio de Abogados de Madrid. Participó en la fundación de la Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas y en el Instituto Internacional de Uniones Intelectuales.
Comenzó a frecuentar los ambientes intelectuales madrileños y entró en contacto con activistas feministas. También empezó a escribir para el diario conservador La Tribuna, donde empezó mostrar interés por la política y en particular por la situación de la mujer, dando conferencias en diversas asociaciones feministas. Clara veía la educación como una herramienta clave para la emancipación femenina, abogaba por la mejora del acceso a la educación para todas las mujeres como camino para tomar decisiones informadas.
En su papel como diputada y abogada, abogó por la creación de un marco legal que reconociera a las mujeres como iguales ante la ley, especialmente dentro del ámbito familiar. Uno de sus logros más notables en este campo fue su participación en la redacción de la ley que permitió la legalización del divorcio en España en 1932, una ley revolucionaria para su tiempo. Campoamor defendió el derecho de las mujeres a salir de matrimonios infelices o abusivos, y a rehacer sus vidas con dignidad y autonomía.
En un mundo donde las mujeres no tenían la oportunidad de alzar su voz en las urnas, Clara se destacó como una defensora incansable y una pionera en la conquista de los derechos fundamentales. Consideraba que los derechos no se podían condicionar por el nivel de educación o emancipación de las personas. Para ella, las mujeres debían tener el mismo derecho que los hombres de decidir el destino del país, y cualquier discriminación en este sentido era inaceptable.
Es un referente para la metodología Ubuntu debido a su activismo y profundo compromiso por mejorar las condiciones de las mujeres en la sociedad. Nos inspira a seguir luchando y construir un mundo donde todas las personas tengan las mismas oportunidades y derechos.