Nadia Murad creció en el pueblo de Kojo, en el norte de Irak. Es miembro de la comunidad yazidí, un antiguo grupo étnico-religioso. De niña soñaba con terminar la escuela secundaria, quería tener un salón de belleza en su pueblo y vivir cerca de su familia. Este sueño se convirtió en una pesadilla cuando sucedieron cosas inesperadas.
En 2014, militantes del Daesh (Estado Islámico) conquistaron Kojo y masacraron a varios cientos de hombres y mujeres mayores, afirmando que los yazidíes eran adoradores del diablo que debían ser exterminados. Como consecuencia Nadia pierde a su madre, a seis de sus hermanos y a los hijos de sus hermanos. Los yazidíes han soportado el peso de la persecución histórica, las mujeres, en particular, han sufrido mucho, ya que han sido, y siguen siendo, víctimas de la violencia sexual.
Nadia, de 21 años, y otras mujeres jóvenes de su comunidad fueron secuestradas y retenidas como esclavas sexuales. Nadia fue amenazada con ser ejecutada a menos que se convirtiera a la versión del Islam del Daesh.
Después de algunos meses, logró escapar y en 2015 llegó a Alemania. Allí decidió contarle a la comunidad internacional lo que había sufrido. Esperaba que al hacerlo, sus abusadores serían llevados ante la justicia por sus crímenes.
En 2016, fue nombrada la primera Embajadora de Buena Voluntad de las Naciones Unidas para la Dignidad de los Supervivientes de la Trata de Personas. (En 2008, las Naciones Unidas determinaron que el uso de la violencia sexual en la guerra y los conflictos constituye un crimen de guerra)
Es premiada con el Nobel de la Paz en el año 2018 por sus esfuerzos para poner fin al uso de la violencia sexual como arma de guerra y conflicto armado. Gran parte del trabajo de defensa de Nadia se centra en reunirse con líderes mundiales para crear conciencia sobre Daesh y su campaña genocida contra el pueblo yazidí.
El 10 de diciembre de 2018, en Oslo Noruega al recoger el premio nobel Nadia comenta “La educación desempeña un papel esencial en el fomento de sociedades civilizadas que creen en la tolerancia y la paz. Por lo tanto debemos invertir en nuestros niños y la coexistencia en lugar del odio y el sectarismo. Estoy orgullosa de los yazidies por su fuerza y paciencia, nuestra comunidad ha sido atacada y amenazada por su existencia y seguimos luchando por nuestro derecho a existir. Unámonos todos para luchar contra la injusticia y la opresión, alcemos nuestras voces juntos y digamos no a la violencia, si a la paz, no a la esclavitud, si a la libertad, no a la discriminación racial, si a la igualdad y a los derechos humanos para todos”
La organización de Nadia Murad, Nadia’s Initiative, https://www.nadiasinitiative.org trabaja activamente para persuadir a los gobiernos y otras organizaciones para que inviertan en la reconstrucción sostenible de la patria yazidí.
En su biografía, “La última niña”, relata las atrocidades perpetradas contra ella con el objetivo de ayudar a garantizar que las futuras generaciones de niñas y mujeres jóvenes no se conviertan en víctimas de la violencia sexual en la guerra. «Quiero ser la última chica del mundo con una historia como la mía“ afirma Nadia.
Es un referente para la metodología Ubuntu por su activismo a favor de los derechos humanos y por promover la paz y la restauración de la justicia para las víctimas de la trata de personas y la esclavitud sexual.