Este mes María José nos concedió una entrevista en la que pudimos conocerla mejor. A Maríajo como la gusta que la llamen, la interesa conocer nuevas maneras de aprender y desarrollar sus habilidades de líderazgo.
¿Cómo llegan los programas Ubuntu a tu vida?
El programa “Escuelas Ubuntu» llega a mi vida cuando me proponen asistir desde Oportunidad al Talento, de Fundación Tomillo donde participo y por lo que me inscribí.
¿Qué fue lo que te llamó la atención para decidirte a participar en este programa?
El significado de la palabra UBUNTU, «yo soy porque tú eres» es un concepto que me llegó al corazón y con el que a pesar de no haberlo escuchado nunca, conecté inmediatamente.
¿Cuál fue tu primera sensación cuando llegaste el primer día?
Principalmente que iba a aprender mucho, que esa no iba a ser una experiencia puntual y que me gustaba mucho la forma en la que nos presentaban el mundo.
Y según fueron avanzando los días cuéntanos tu experiencia
Fue como sumergirte en un balde de agua fría. Un choque completamente sobre quién eres y quien piensas que eres. Era como un aviso al cual tu decidías si hacer caso o no. Y después del agua fría venia la calidez, porque siempre al terminar las sesiones me dejaba una sensación de esperanza por el cambio.
El momento que más destacarías de todo el programa ¿Cual fue?
Fue el momento de elegir un puente, para mi ese día fue el que mas me ha marcado. Tener que elegir como eras tu siendo un puente fue un trabajo de introspección complejo, pero al final lo encontré. La metáfora de ser canal de unión entre las cosas en común y no las diferencias, es lo que más me llevo.
Algo que te haya parecido original
Diría que la preparación de nuestro propio discurso de «Yo tengo un sueño…» y el hecho de tener que presentarlo a nuestros compañeros y compañeras. Fue algo inesperado y que me puso a prueba de muchas maneras.
¿Para qué te ha servido a ti haber participado en las Escuelas Ubuntu?
Ha cambiado radicalmente mi manera de ver ciertas cosas sobre lo que me rodea y sobre mí misma. La «mirada Ubuntu», la mirada de compasión que desde que terminé el programa de Escuelas Ubuntu tengo muy presente en mi vida y que intento aplicar en mi vida diaria.
¿Por qué recomendarías a otros jóvenes participar en este programa?
Porque te conecta de nuevo con tu propia humanidad, cosa que olvidamos día a día con las rutinas y el individualismo que tanto nos separa. Por eso creo que es importante que más personas participen en las Escuelas Ubuntu, pues es un recordatorio de que somos seres sociales, que vivimos en comunidad y que el amor nunca sobra.
¿Cuál de las 3 dimensiones que trabaja el programa te llamo más la atención: ¿la ética del cuidado, el líderazgo de servicio o la construcción de puentes? Y explícanos por qué
El líderazgo de servicio, pues, aunque la construcción de puentes fue algo que me marcó, definitivamente mi tema favorito fue el líderazgo de servicio porque aprendí algo super importante: el líder se debe poner al servicio de los demás para poder ejercer un líderazgo justo.
Desde tu punto de vista ¿qué puede aportar Ubuntu en este momento al mundo?
Ubuntu aporta amor. Los programas de Academia de Líderes Ubuntu y Escuelas Ubuntu llenan a las personas que se van formando de amor, no solo por los demás o por el mundo, sino también hacia sí mismos. Creo que esa es la base de Ubuntu y lo que el mundo recibe cada vez que alguien aprende esta manera de ver la vida.
Un referente Ubuntu que te inspire…. y cuéntanos por qué.
Erin Grüwell es una gran referente que me inspira porque ella nunca se rindió, aunque las otras personas le dijeran que no tenía sentido ayudar, pues los jóvenes no iban a cambiar. Ella dió todo para demostrar lo contrario al mundo y enseñarles que, si es posible hacer un cambio, aunque las probabilidades digan lo contrario. Ella persistio y al final, logró aportar algo bueno al mundo.
Alguna otra cosa que nos quieras comentar
Ubuntu para mi es algo más que un lugar donde se hacen dinámicas es como un estilo de vida que, aunque es difícil intento llevar en mi día a día. Es algo en lo que pienso y de lo que genuinamente me siento feliz de que exista. Es la prueba del «todo es imposible, hasta que se hace».